Comer y mirarse a los ojos, cada vez más difícil.
Hay bares y restoranes que premian la
comunicación entre comensales. Los que se animan
a no usar el teléfono durante la comida pagan menos.
Empezaron hace más de un año con los carteles
de remate imperativo que no siempre eran bien
recibidos: “No tenemos Wi-Fi, hablen entre ustedes”
(o la versión romántica que mandaba a mirarse a
los ojos aunque el comensal estuviera comiendo
solo). Pero en los últimos meses algunos bares y
restaurantes porteños decidieron dar un paso más:
ofrecen descuentos y beneficios para los que se
animen a desprenderse del teléfono durante toda la
comida. Todo un desafío.
“La anécdota es que un viernes a la noche vino
a cenar una familia –padre, madre, dos adolescentes
– y estaban los cuatro totalmente absorbidos por sus
aparatos. Este es un lugar histórico, patrimonio de la
Ciudad, donde buscamos dar un servicio diferente y
tratamos de contarles dónde están, de qué se trata.
Pero no pudimos porque además de perderse el
momento de encuentro en familia tampoco se estaban
comunicando con nosotros. Y no solo eso: el señor se
quejó de que la comida estaba fría. Obvio, cuando
finalmente dejó el teléfono el plato se había enfriado”,
cuenta Benjamín Zadunaisky, gerente del Club del
Progreso, restaurante que implementó un 15% de
descuento para las mesas en las que se desprenden
de sus aparatos.
En la pizzería Monzú fueron probando alternativas
hasta que decidieron “invitar” el plato de entrada
a los que dejaran su celular en la caja. Con una
salvedad: lo pueden sacar un ratito para fotografiar
los platos para las redes sociales. “Vimos en un
blog que se estaba haciendo en Europa y Estados
Unidos y empezamos a probar. Les decíamos a las
camareras que propusieran a los clientes dejar los
teléfonos en la caja para promover la comunicación.
Al principio les parecía frívolo, mucha gente a la que
no le interesaba. Después sumamos la promoción. La
gente se empezó a copar y cada vez son más los
que preguntan. El tema era qué hacer con la moda
de fotografiar la comida. Entonces cuando llegan las
pizzas a la mesa les devolvemos un teléfono para
que tomen la foto y nos lo volvemos a llevar”, cuenta
Juan Manuel León, chef y dueño.
Algo parecido sucedió en Fifí Almacén.
“Sentíamos que no disfrutaban de todo lo que les
podíamos dar en ese estado”, dice Luciano Combi,
su chef. Ellos colocaron un cajoncito como centro de
mesa y de lunes a viernes, en el almuerzo, dan un
10% de descuento a los que apaguen sus teléfonos y
los dejen ahí durante toda la comida.
En el restaurante La Baita incorporaron el
descuento del 5% para los que dejan el teléfono.
“Vienen parejas que no se hablan durante toda la
comida. Lo primero que hacen cuando se sientan es
preguntar la clave de Wi-Fi y le dan para adelante”,
describe Guido, el encargado.
Es cierto, todavía no son mayoría los que se
suman a la propuesta. “Pero va teniendo mucha
repercusión. Diría que un 20% de los que vienen a
cenar lo toma y cada vez son más”, se entusiasma
Zadunaisky. “Al principio bromeaban sobre el tema
en las redes sociales, pero en general está teniendo
buena recepción, les parece al menos divertido.
Siempre hay un par de mesas por almuerzo que
participan”, se suma Combi.
Todos coinciden en que un tema que preocupa es
la seguridad de los aparatos durante la comida. “En
general quieren ver dónde se guardan sus teléfonos.
El otro día vino una chica que había cambiado el
aparato después de mucho tiempo y no lo quería
soltar, lo controlaba desde la terraza”, cuenta León.
“El procedimiento es seguro. Cuando dicen que
quieren la promoción se acerca la cajera con sobres
en los que toma el nombre, el número de mesa y ahí
guarda cada celular”, apunta Zadunaisky.
¿Por qué se genera esta relación con los
dispositivos móviles? “El miedo a quedarse afuera
–FoMO o fear of missing out–, que genera una
ansiedad muy importante que lleva a que estemos
todo el tiempo chequeando si nos perdemos de algo
y a la vez teniendo que generar cosas para no quedar
afuera y que los otros estén conmigo”, responde Laura
Jurkowski, psicóloga y directora de reConectarse, un
centro especializado en la problemática de nuevas
tecnologías.
La dependencia no tiene edad. “Vemos que el
celular se empieza a utilizar a edades más tempranas
y se incorpora como algo normal. Es muy frecuente
en los adolescentes que de por sí están en una
etapa del ciclo vital en la cual se busca la aprobación
constante de sus pares”, avanza la especialista. Y
más allá de la interacción social, también puede tener
consecuencias en la alimentación. “Se empieza a
hacer en automático porque la atención está puesta
en otra cosa: no se presta la atención necesaria a qué
se está comiendo, cómo o en qué cantidad”, apunta.
¿Qué hacer ante esta situación? El primer paso
es tomar conciencia de lo que está sucediendo.
“Hacer una autoevaluación sincera y registrar
cuántas veces uno mira el celular mientras está
en otra actividad. Proponerse estar atento a eso y
generar momentos libres de celular. Y ahí ayuda que
los aparatos queden en otro lado. Aunque al principio
genera ansiedad uno se va a acostumbrando. Y las
motivaciones externas ayudan. Si además te dan
un premio como el descuento, suma para corregir el
hábito”, cierra Jurkowski.
Clarin.com. 14/06/15
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En Fifí Almacén obtienen el 10% de descuento los clientes que dejan sus celulares en un cajoncito
siempre que vayan los viernes.
todos los días inclusive los feriados.
en los almuerzos de lunes a viernes.
únicamente los sábados y domingos para el almuerzo.
de lunes a sábado para cenar.